jueves, 14 de abril de 2011

Ronin


Este es un escrito que utilice para un concurso, espero sea de su agrado.



Han pasado cuatro largos años y aun no puedo hallar al asesino de mi Señor Ikawa; soy el vagabundo aquel que los Samurais llaman el Guerrero sin Señor un Ronin(*). Si mi Señor murió bajo la Katana de un Maestro de la espada, pero ese duelo fue algo sin honor una vaga oportunidad de apropiarse de algo que no era suyo; así comenzó mi historia…. Y así seré recordado como el Lobo solitario que vaga por los parajes en busca de venganza.

Era un día soleado, me encontraba debajo de un árbol escuchando el cantar de los petirrojos y en el cielo observaba una grulla volar hacia las tierras del este de pronto una brisa fría, hizo girar mi mirada hacia el camino, un anciano me miraba fijo como si de un Samurai apunto de desafiarme se tratase luego unas palabras salieron de sus labios llamándome.

- Tiene hambre Espadachín – Pregunto el Anciano con un tono ceremonioso, incluso sabiendo que era un Ronin me trataba como un igual.
- Realmente si, no he comido en días – Respondí cordialmente

Deje de mirarlo por unos segundos para levantarme y colocar mi Katana en el Obi(**), camine a paso lento hasta llegar a unos metros de este anciano.

- Por que eres amable conmigo anciano – Pregunte con todo el respeto que podía expresar.
- Por que puedo ver en ti, que aun tienes un largo camino por recorrer en busca de aquello que atormenta tu alma – Expuso casi en palabras exactas lo que en mi mente deambulaba.
- Por que dices eso –
- Lo digo mi Señor, ya que sus ojos muestran un alma sin descanso…. Los ojos brillantes que usted posee no son los de llorar por felicidad sino los de un hombre que no a podido consumar su propósito –

Aquel Anciano decía tantas palabras, que por un momento me perdí… en ellas decía la verdad y eso por unos minutos me dejo sin poder decir nada; mas solo seguí sus pasos hacia su casa no sin antes ayudarle a cargar lo que llevaba a cuestas…. Leña, y un balde de agua.
Caminamos por algunas horas hasta llegar a una pequeña casa en medio de un frondoso bosque el fuego crepitaba, el viento soplaba avivando las llamas que consumían con voracidad aquellos leños que ya estaban convertidos en brasas; Mire al anciano y le pregunte cual era su nombre.

- Anciano, como debo llamarle –
- Tan solo HIko –

Asentí con la cabeza mientras colocaba los nuevos leños sobre el fuego.

- Y tu Espadachin, posees un nombre?

Fue una pregunta a la cual dude responder, pero lo hice luego de arrojar otro leño a las brasas.

- Usui – Respondí en mi caminar hasta sentarme frente al hombre que preparaba el arroz que seria mi alimento.

- Usui…. Vez no es tan difícil confiar en alguien después de todo – Murmuro o lo dijo en un tono bajo para que prestase mas atención a sus palabras, el sabia mi condición desde el primer momento en el que me invito a comer un tazón de arroz.

- Por que me tratas bien anciano? – Volví a inquirir con algo de prepotencia

- Por que necesitabas alejarte de aquel impulso que guía tu corazón… un hombre con un corazón ciego es como un barco perdido en la niebla – Respondió Hiko mientras me acercaba un pequeño cuenco con arroz.

Lo comí con ganas, saboreaba cada grano casi como llegando a éxtasis profundo – Gracias, por el alimento pero debo continuar con mi tarea… con mi camino –

Allí fue que deje al Anciano, no sin antes escuchar sus palabras - Nadie puede volverse por el camino que ha recorrido. – Solo asentí con mi cabeza sin voltear siguiendo mi viaje.

Pasaron los días y las palabras del Anciano aun retumbaban en mi cabeza, pronto me vi frente a las puertas de una ciudad donde mi buena suerte me condujo a ser arrestado sin motivo… no pelee, solo deje que el destino elabore su mandato.
Pasaron dos noche y ya se murmuraba que mi sentencia iba a ser la decapitación, según dijeron testigos yo había matado a un campesino anciano en las afueras de las tierras del Daimyo(***) Matsumoto.

Negué con la cabeza al enterarme de aquel suceso, maldije al viento por lo ocurrido, maldije no quedarme en aquel lugar, maldije la vida…. Maldije mi ceguera pero nada ocurrió, mis ojos seguían siendo los que poseían el brillo de la venganza y mi corazón aquel que acarreaba la culpa de no salvar a quien una vez fue mi Señor.
El día de mi sentencia llego eran las seis de la mañana cuando mis ejecutores me llevaron al patio de la prisión, me arrodillaron de una patada detrás de la rodilla haciendo que mi cuerpo de desplome de forma violenta contra el suelo mientras dos sujetos tomaban con fuerza mis brazos para mantener mi cabeza gacha mientras un tercero comenzaba a hablar.

- Ronin! – Grito con voz fuerte

No dije nada, mi silencio parecía decirlo todo

- Se te sentencia a muerte por quitar una vida en las tierras del Daimyo Matsumoto! Tu sentencia es la muerte por decapitación! – Hubo un silencio que solo un cuervo aplaco con un graznido – Vas a decir algo Ronin! –

Una sonrisa se marco en mi rostro

- Si tuviera que vivir el resto de mis días arrodillado frente a ustedes, preferiría aguantar la respiración hasta ¡morir! – Respondí sin titubeos ante las palabras del oficial.


- Insolente! Te quitare la vida con tu propia espada! – Alzo mi espada contra mi, el sentido de la muerte pareció abordar mi cuerpo para hacerlo reaccionar, mi brazo derecho se tenso arrojando a uno de mis captores contra el Geri (****) propinado por el Oficial; pudiendo así conseguir una espada para estar preparado para enfrentarlos.
Mi mirada se clavo en los sujetos hasta llegar al Oficial – Aun no se han dado cuenta de que ya están muertos? – Murmure entre dientes

- Calla Ronin y muere!! –

- No quiero morir en Sus manos siempre eh vivido con mi propia fuerza, si tengo que morir, llegare al infierno a mi manera -

1….2…..3……4 Cayeron los cuerpos con golpes exactos y sin piedad, aquellos que iban a sentenciarme perecieron frente a habilidad, velocidad y exactitud; los años me habían vuelto fuerte o mi condición podía debérselo a algo mas… mi sed de venganza, tome mi espada como el rayo y me aleje del lugar a toda velocidad mis pies parecían darle las gracias al viento, mi cuerpo se relajaba con la salida del sol había matado nuevamente y no era a quien buscaba…..

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